El ser humano es un ser (por ser), ya de por si absurdo.
Lleno de ambiciones abstractas (amor, felicidad, fracaso...), y falto hoy en día de realismo puro (dolor...).
Por lo tanto y bajo esta premisa, creo que el ser humano ha nacido para ser absurdo.
Decimos que, un ser humano es más completo cuando es capaz de alcanzar la felicidad, el amor...y sin embargo estos no dejan de ser conceptos abstractos inventados por el hombre. Y por abstractos, entiendo absurdos, porqué algo abstracto roza lo bizarro y está a un paso de lo surrealista.
Por lo tanto, persigue conceptos propios para su plenitud propia.
Es un pez que se muerde la cola. Es un interrogante que se doblega sobre si mismo para que se toquen los extremos. Es el símbolo del infinito infitamente inacabado.
Porque de todo esto, saco mis conclusiones (abstractas), y sé que; cuando quiero ser feliz, anhelo la felicidad (redundancia absurda), y para ello me esfuerzo. Pero a veces tropiezo por intentar estar donde debería estar. Es decir, si quiero ser feliz, tiendo a esforzarme, y ese esfuerzo me lleva a cometer errores (estadística básica; a mayor número, mayores posibilidades).
Por lo tanto el subtítulo de hoy se llama: Nunú, perdón por tropezar. Y gracias por estar ahí.
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